Es muy probable que muchos de nosotros jamás hubiéramos imaginado tener la oportunidad de convivir todo el día con nuestra familia, esa clase de beneficios parecían exclusivos de artistas, atletas famosos y empresarios exitosos, pero para el ciudadano común de las ciudades modernas, el ciclo normal de la vida se circunscribe a pasar la mayor parte de su tiempo despierto, fuera de casa.
Y en este desafío mundial que de primera mano nos lleva a adoptar un estado de alerta, cautela y ansiedad al enfrentarnos ante una amenaza que no es visible, recalibrar esta situación para ver lo positivo de la misma es más que un reto, una invitación para disfrutar del privilegio de la convivencia diaria entre con nuestros seres queridos y, en especial, con nuestros hijos.
Para quienes tenemos la fortuna de ser papás, poder vivir de cerca las diferentes etapas en la vida de nuestros hijos es un regalo invaluable, desde el momento de su nacimiento, hasta sus borucas que se convierten en palabras simples. Cada pequeño logro es un momento que atesoramos en el corazón. Y en la búsqueda de darles lo mejor, los papás trabajamos incansablemente por brindarles las mejores oportunidades a nuestro alcance.
Esto conlleva que durante el día destinemos una gran parte de nuestras horas a trabajar, generalmente fuera de casa, ya que trabajar fuera de casa es la generalidad en la mayoría de los empleos, a menos que la empresa sea como Kueski y brinde el beneficio el trabajar desde casa haciendo Home Office.
Valoro profundamente el tiempo en familia que he obtenido al poder trabajar desde casa y en este momento particular el contar con la compañía de mi esposa e hija es, sin lugar a dudas, el mayor beneficio en este momento.
Entender y aprovechar mi nueva realidad laboral me ha permitido cambiar los descansos que antes eran para servirme café ahora los pase dibujando unicornios o jugando escondidas (cabe decir, siempre me encuentran) entendiendo más del trabajo de mi esposa y viendo cómo cada momento de convivencia con mi familia es una oportunidad que bien puedo tomar como un regalo y atesorarlo como tal o como una carga que debo soportar hasta que pueda salir de casa.
A partir de esta coyuntura, las empresas que no estaban “acostumbradas” al trabajo remoto pueden ver esto como una oportunidad de organizarse y ofrecer un beneficio de altísimo valor emocional para quienes tienen una familia (no solamente hijos) y aprecian pasar tiempo cerca de ellos, pues haciendo Home Office es posible desayunar y comer en calma, no perder tiempo en traslados hacia el lugar de trabajo, pero sobre todo, se obtiene la tranquilidad de que ante cualquier eventualidad que demande, quedarnos seguros dentro de casa nuestra empresa tenga esa fortaleza previamente desarrollada.
Trabajar en casa con los hijos en ella es, definitivamente, un reto de alta complejidad y exigencia, pero que entrega grandes beneficios en todos los aspectos.
Por Javier Guillen Abarca
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