Precisamente haciendo copy fue como me encontré con Kueski. Vi la vacante y, aunque lo pensé por un momento, decidí aplicar. Considero que cuando una oportunidad llega, debe aprovecharse… y así, fue como elegí darle un giro a mi desarrollo profesional.

Como en todos los lugares, siempre existe un proceso (pero esta ocasión fue diferente) fue un proceso que, si bien tuvo sus retos, al final te sabía muy amigable. Pareciera que todas las personas que fueron partícipes en éste, lo aligeraran para hacerte sentir como en casa… y eso se siente bien, se siente bonito.

Todo empezó con una llamada, justo después de aplicar a través de Kueski.com. Me llamó una chica muy amable, pero que a su vez sonaba muy relajada y buena onda. No me equivoqué, incluso ahora no se me olvida el nombre de esa persona. Se trata de Karen, con quien trabajo hombro a hombro actualmente.

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En kueski.com/careers puedes encontrar las vacantes disponibles para aplicar.

Tomé la llamada y así fue como inició todo, un proceso en el que puse mucho empeño para hacer que sucediera. Me pasó de todo: andaba muy apretada de tiempos por mis actividades en mi puesto de ese entonces y también el temporal de lluvias, que me hizo re agendar una entrevista, entre otros tantos.

Contra todo pronóstico, logré avanzar en mi proceso. Pasadas algunas semanas, recibí esa llamada en la que me invitaron a “una entrevista final” y como seguramente a muchos les habrá pasado en algún proceso para obtener un empleo, vienen las dudas: ¿esta entrevista final será un amargo adiós, o será tal vez el inicio de algo nuevo? No lo sabía, pero sin titubear, confirmé mi asistencia.

Capítulo dos: la deliberación

Eran las 6:00 pm de un día cualquiera. Llegué a las oficinas de Kueski y pareciera que todos te conocen desde hace mucho tiempo. Todos me saludaron como si recordaran mi rostro, que de alguna manera parecía perdido en mi primera visita, puesto que no encontraba cómo ingresar al piso correcto con la tarjeta que me había prestado la chica del lobby.

Por alguna razón desconocida, me sentía en casa; dudando si sería la última vez que los viese o la primera vez (de muchas) como una inquilina oficial. Llegaron por mí y me llevaron a una acogedora sala de juntas, me ofrecieron algo de beber y ahí comenzó la sesión. Hicimos un review de lo que habíamos vivido los días anteriores y me compartieron un pequeño test para concretar en algunos minutos.

Y bueno, lo logré. Digamos que descifré el acertijo, dándome la oportunidad de entrar a Kueski para ser un miembro más de su enorme familia. Parecía, entonces, que toda esa cortesía, buena vibra y de más, eran parte de una confabulación positiva para darme la bienvenida a casa desde la primera interacción.

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Karla Silva, CopyEditor en Kueski.

Han pasado algunas semanas desde mi entrada oficial a Kueski, y aún recuerdo las caras alegres de todos los que me recibieron. Fue muy reconfortante escuchar a más de una persona decir, “te estábamos esperando”, “no imaginas cuánto nos hacías falta” y, aunque sé que lo decían desde una perspectiva laboral, no tienen idea; eso me hizo sentir muy bien recibida al equipo.

Kueski, a todo dar y a todo color

Hablemos un poquito de mi primer día: ¿qué vi? colores. Colores por todos lados, y no es solamente porque vengo de un lugar donde, de alguna manera, todo es institucional, donde los espacios lucen todos por igual. No sólo me refiero al color de las paredes o de los muebles de Kueski, sino a la gente y a cada rincón te encuentras.

Un ejemplo es que aquí no hay código o lineamiento de vestimenta estricto, al contrario, es muy relajado. Aunque muchos pueden pensar que esto no permite la unidad visual entre los empleados, en el caso de Kueski me parece todo lo contrario. Digamos que todos forman parte de un rompecabezas, donde cada pieza tiene que ser diferente y particular, para lograr embonar correctamente con otras.

Todos los colores de Kueski tienen una razón de ser, cada espacio tiene un toque especial que te hace sentir en casa.

A simple vista, puedes identificar a la gente de IT, Legal o Marketing y a todas las áreas en sí. Ese particular estilo para cada equipo, a mi parecer adereza con una vibra positiva a todo Kueski. Sin duda cada color hace que Kueski luzca aún más brillante.

Aquí se respira pura vibra positiva, lo que te da, incluso, más ganas de “sacar tus pendientes”, y avanzar. Creo que cada elemento a final de cuentas, te apoya a aumentar tu productividad y sentirte una pieza elemental para el equipo y para todo Kueski.

No puedo decir más, sólo me queda agradecer la fortuna de coincidir con Kueski, su gente y sus colores. Si ven alguna vacante que se ajuste con su perfil, no duden en aplicar. Somos una familia muy grande ¡y seguimos creciendo!

¡Qué bonito es lo bonito! ¡Qué bonito es Kueski!

Por: Karla Silva

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2 comentarios
    1. ¡Hola, Saúl! muchas gracias por tus comentarios, ¡qué gusto saber que nuestro contenido es de tu agrado! ¡Saludos de parte de todo el equipo!

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